Sigo teniendo la misma manía de dormir del lado derecho, con los brazos en cruz abrazando algo, las manos metidas por la chaquetilla del pijama y tapándome hasta las orejas.
Esa manía de ponerme los calcetines después de los vaqueros y ponérmelos tobilleros aunque haga un frío del carajo.
Esa de meterme en la ducha, estar 12 minutos debajo del agua, pero enjabonarme en uno, aclararme en otro, y salir a los 14 minutos exactos. Embadurnarme de crema, ponerme el pijama y odiar que se me pegue.
Esa manía de poner los cubiertos donde tienen que ir.
O esa otra de pedir mil pajitas para una copa de la cual quito casi todos los hielos.
Esa puta manía de seguir quitándome los cascos en medio de la calle y mirar hacia atrás, porque aunque lleve la música a tope "he escuchado mi nombre".
La de no quitarme mi bufanda roja en todo el invierno, y se podría decir que prefiero tener las manos frías a llevar guantes.
Sigo teniendo la misma manía de escuchar una canción en repetición cuando esta me gusta, hasta que me la sé entera.
Esa manía de llevar el bolso siempre del lado derecho, "porque del izquierdo se me cae".
Esa de salir de casa pronto, porque me da rabia llegar tarde, y encima siempre me toca esperar.
Esa puta manía de chuparme el dedo, meterlo en el tarro de la sal y comerla como si fuese azúcar.
O esa de comerme las migas de pan que quedan por la mesa, pero solo las de la corteza.
La de cantar a todas horas, en cualquier lugar e incluso por la calle.
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