3 de enero de 2019
XIX
Nunca me ha gustado prometer cosas, que sé que no podré cumplir.
Creo que en vez de prometer, voy a hacer algo que me da un poco más de miedo. Ser yo.
Yo no lo puedo llamar propósito, mejor lo voy a llamar "quizás".
No sé que me va a deparar este año, no tengo ni idea. De momento ya llevo una decepción, una caída, mil risas, unas cuantas malas contestaciones y unos cuantos de miles de mensajes.
Quizás este año me dé cuenta de que si pienso lo peor, las cosas me seguirán saliendo mal. Que si digo las cosas a destiempo seguirán estando por encima de mí. Creo que aprenderé a ser mucho mas independiente de lo que puedo llegar a ser ahora, porque, me he dado cuenta que la única que cuenta soy yo. Con suerte no elegiré mal el camino que quiero. Tal vez consiga no tener tanto carácter. Puede que sepa aceptar una derrota, que no me destruya como si fuera de cristal. Y, quién sabe si terminaré de amueblar el salón de mi cabeza. Que siempre tendré a quien quiero a mi lado, pero que si duele hay que dejarlo ir. Espero rodearme de quien de verdad merece mis risas. Posiblemente meta la pata unas doscientas mil veces. Ojalá no tenga razón en muchas de las cosas que pienso.
Y quizás aprenda bien quien soy, que quiero y cómo lo quiero.
25 de octubre de 2018
Distancia (Z-T-C-Z)
Pueden ser unos centímetros, unos metros, una cuesta, una calle, un sofá, dos sillas, unas personas, un roce, 348 kilómetros, una palabra; o unas cuantas mal dichas, un orgullo, o un egoísmo. (La podemos medir de muchas maneras posibles)
Podemos poner excusas a "nuestra distancia" darnos una y mil vueltas de porque no hemos estado más cerca, e incluso porque no estamos más cerca ahora, podemos echarnos la culpa, echársela a "la distancia", posiblemente a todo lo que es (o era) y no va a ser. Y quién sabe si podríamos echársela a cualquiera que no seamos tu y yo.
Como si tuviéramos mil muros por delante para no decirnos ni vernos, nada. Como si tuviéramos un quemazón porque crucemos las miradas. (Con un espasmo por tu contacto, como cuando estaba helada y me rozabas la espalda con los dedos)
Teniendo en cuenta todo lo que me une y me separa de ti, teniendo en cuenta todo, creo que "la distancia ya no cuenta.
Es posible que no tenga sentido el pensar en distancia o no, es posible que no merezca la pena.
Pero.. seguiré echándole la culpa a la distancia.
Podemos poner excusas a "nuestra distancia" darnos una y mil vueltas de porque no hemos estado más cerca, e incluso porque no estamos más cerca ahora, podemos echarnos la culpa, echársela a "la distancia", posiblemente a todo lo que es (o era) y no va a ser. Y quién sabe si podríamos echársela a cualquiera que no seamos tu y yo.
Como si tuviéramos mil muros por delante para no decirnos ni vernos, nada. Como si tuviéramos un quemazón porque crucemos las miradas. (Con un espasmo por tu contacto, como cuando estaba helada y me rozabas la espalda con los dedos)
Teniendo en cuenta todo lo que me une y me separa de ti, teniendo en cuenta todo, creo que "la distancia ya no cuenta.
Es posible que no tenga sentido el pensar en distancia o no, es posible que no merezca la pena.
Pero.. seguiré echándole la culpa a la distancia.
27 de noviembre de 2017
¿Por suerte o por desgracia?
Por suerte o por desgracia me ha tocado acostumbrarme a “andar a la pata coja”.
A ratos por suerte, a ratos por desgracia, no sé que término elegir.
Por suerte he conseguido ser quien que siempre había querido ser, esa que se cree la más valiente, capaz de enfrentarse al león más fiero, esa que es capaz de ser ella y sobretodo la versión más fuerte de mi misma hasta ahora.
Quizás por desgracia porque me tuve que acostumbrar “a andar a la pata coja”, por querer correr sin siquiera poder, por querer avanzar de golpe y de repente recular. Esa fue mi desgracia, darme cuenta de que me faltaba.
Agradezco haber aprendido a reírme de mi misma, a quererme como soy con todos y cada uno de los defectos que me traían de cabeza, y quien lo diría de mi; a ser optimista en la menor medida de lo posible.
Llenando huecos con algo que me llenan el doble. Acostumbrada a caer y quedarme en el suelo, siendo capaz de levantarme, poner mi mejor sonrisa y hacer que ese día sea el mejor de la semana.
Porque me he dado cuenta que merece más la pena estar bien de lunes a domingo, que poner buena cara de jueves a domingo.
10 de febrero de 2017
Hoy
Hablemos de una mañana cualquiera, en la que te despiertas por inercia, el despertador ni siquiera ha sonado y solo te quedas arropada en la cama mirando el techo en la oscuridad. Te levantas, vas al baño, enciendes la luz y te miras al espejo. ¿Qué ves?
¿Hoy te ves guapa? ¿Ya empiezas desde el primer segundo a buscarte fallos? ¿Sales con o sin maquillaje? ¿Vaqueros o falda? ¿Coleta o pelo suelto? O quizás eres como yo, que lo primero que hago es mirarme a los ojos a través del reflejo del espejo y apartarlos rápido por si encuentro algo que no me gusta.
¿Cuántas veces te miras en el espejo antes de salir de casa? ¿Cuántas veces te cambias los vaqueros, la blusa, o el conjunto entero porque ese día "no te queda nada bien"? ¿Cuántas veces te miras en el reflejo del móvil para ver si el eye-liner sigue en su sitio?
¿Por qué?
¿Por qué no podemos salir sin complejos, sin una inseguridad? Parece que estamos condicionadas, que no nos sentimos lo suficientemente guapas para salir a la calle con un chandal, con el pelo revuelto, sin una gota de maquillaje..
Hoy va a ser el día, el día en el que te levantes de la cama, te mires al espejo y te veas guapa. Que digo guapa.. guapísima.
Hoy es el día de dejar las inseguridades en el altillo, o debajo de la cama. Hoy es el día en el que no necesitas que alguien te diga lo guapa que estás, lo bien que te quedan esos vaqueros, o lo bonito que tienes el pelo.
Y me dirás.. ¿y mañana? Mañana, por suerte; también será hoy, y pasado será hoy.
Todos y cada uno de los 365 días del año, son hoy. Todos y cada uno de los días vas a mirarte al espejo y vas a decir, es hoy.
Quizás un día, no sientas que es hoy. Quizás alguna vez que otra no viene mal que te digan "que guapa estas" "que bien te quedan esos vaqueros" ó "que bonito tienes el pelo". Quizás un día solo haces que sacarte cosas malas, pero mírate: eres preciosa; con tus ojos grandes, ó pequeños, tus labios rojos, ó no tan rojos, con un chandal y el pelo alborotado de un domingo, con ese vestido que con solo verlo da vértigo, contigo; tus inseguridades y tus defectos. Eres preciosa.
Hoy te toca a ti, hoy te toca ser tú.
¿Hoy te ves guapa? ¿Ya empiezas desde el primer segundo a buscarte fallos? ¿Sales con o sin maquillaje? ¿Vaqueros o falda? ¿Coleta o pelo suelto? O quizás eres como yo, que lo primero que hago es mirarme a los ojos a través del reflejo del espejo y apartarlos rápido por si encuentro algo que no me gusta.
¿Cuántas veces te miras en el espejo antes de salir de casa? ¿Cuántas veces te cambias los vaqueros, la blusa, o el conjunto entero porque ese día "no te queda nada bien"? ¿Cuántas veces te miras en el reflejo del móvil para ver si el eye-liner sigue en su sitio?
¿Por qué?
¿Por qué no podemos salir sin complejos, sin una inseguridad? Parece que estamos condicionadas, que no nos sentimos lo suficientemente guapas para salir a la calle con un chandal, con el pelo revuelto, sin una gota de maquillaje..
Hoy va a ser el día, el día en el que te levantes de la cama, te mires al espejo y te veas guapa. Que digo guapa.. guapísima.
Hoy es el día de dejar las inseguridades en el altillo, o debajo de la cama. Hoy es el día en el que no necesitas que alguien te diga lo guapa que estás, lo bien que te quedan esos vaqueros, o lo bonito que tienes el pelo.
Y me dirás.. ¿y mañana? Mañana, por suerte; también será hoy, y pasado será hoy.
Todos y cada uno de los 365 días del año, son hoy. Todos y cada uno de los días vas a mirarte al espejo y vas a decir, es hoy.
Quizás un día, no sientas que es hoy. Quizás alguna vez que otra no viene mal que te digan "que guapa estas" "que bien te quedan esos vaqueros" ó "que bonito tienes el pelo". Quizás un día solo haces que sacarte cosas malas, pero mírate: eres preciosa; con tus ojos grandes, ó pequeños, tus labios rojos, ó no tan rojos, con un chandal y el pelo alborotado de un domingo, con ese vestido que con solo verlo da vértigo, contigo; tus inseguridades y tus defectos. Eres preciosa.
Hoy te toca a ti, hoy te toca ser tú.
30 de enero de 2017
Medias tintas
Empezando y dejando a medias.
Empezando y terminando mal.
Empezar, y empezar, y volver a empezar. Se está convirtiendo en un puto bucle, uno que no soy capaz de dejar. Está pasando de "algo que he cogido con ilusión" a "una de las cosas que más he odiado". Y si, soy un puto desastre, lo llevo siento toda mi vida, e incluso creo que tengo dos pies izquierdos.
Puede que haya cosas que si he llegado a terminar, puede que haya empezado a escribir cartas que nunca envié o que dejé en un cajón porque no quería ni verlas, que he empezado mil veces a hacer algo que creía que me apasionaba y he terminado cabizbaja sin saber por donde salir, o por donde seguir. Teniendo más dudas que nunca, y algunas creo que ni siquiera las he llegado a resolver. Pendiendo de un hilo, toda ilusión habida y por haber.. E incluso con miedo de aventurarme en otra cosa, y no ser capaz de terminarla.
Dejando de lado cosas que me apasionaban, me hacían tener una sonrisa en la cara y esa ilusión que tienes cuando estrenas cualquier prenda de ropa nueva. Eso también es dejar a medias, abandonar aquello que quizás podía ser tu pasión, o tu forma de evasión.
No sé como puedo ser tan desastre, ni siquiera yo soy capaz de explicarlo. Es simplemente cuestión de confianza, de decir, ¿puedes? ¡CLARO QUE PUEDES! Y seguir, pero quien me manda a mi, meterme en la boca del lobo, si luego me voy a quedar colgada de uno de los colmillos..
8 de diciembre de 2016
Yo
Sigo teniendo la misma manía de dormir del lado derecho, con los brazos en cruz abrazando algo, las manos metidas por la chaquetilla del pijama y tapándome hasta las orejas.
Esa manía de ponerme los calcetines después de los vaqueros y ponérmelos tobilleros aunque haga un frío del carajo.
Esa de meterme en la ducha, estar 12 minutos debajo del agua, pero enjabonarme en uno, aclararme en otro, y salir a los 14 minutos exactos. Embadurnarme de crema, ponerme el pijama y odiar que se me pegue.
Esa manía de poner los cubiertos donde tienen que ir.
O esa otra de pedir mil pajitas para una copa de la cual quito casi todos los hielos.
Esa puta manía de seguir quitándome los cascos en medio de la calle y mirar hacia atrás, porque aunque lleve la música a tope "he escuchado mi nombre".
La de no quitarme mi bufanda roja en todo el invierno, y se podría decir que prefiero tener las manos frías a llevar guantes.
Sigo teniendo la misma manía de escuchar una canción en repetición cuando esta me gusta, hasta que me la sé entera.
Esa manía de llevar el bolso siempre del lado derecho, "porque del izquierdo se me cae".
Esa de salir de casa pronto, porque me da rabia llegar tarde, y encima siempre me toca esperar.
Esa puta manía de chuparme el dedo, meterlo en el tarro de la sal y comerla como si fuese azúcar.
O esa de comerme las migas de pan que quedan por la mesa, pero solo las de la corteza.
La de cantar a todas horas, en cualquier lugar e incluso por la calle.
Esa manía de ponerme los calcetines después de los vaqueros y ponérmelos tobilleros aunque haga un frío del carajo.
Esa de meterme en la ducha, estar 12 minutos debajo del agua, pero enjabonarme en uno, aclararme en otro, y salir a los 14 minutos exactos. Embadurnarme de crema, ponerme el pijama y odiar que se me pegue.
Esa manía de poner los cubiertos donde tienen que ir.
O esa otra de pedir mil pajitas para una copa de la cual quito casi todos los hielos.
Esa puta manía de seguir quitándome los cascos en medio de la calle y mirar hacia atrás, porque aunque lleve la música a tope "he escuchado mi nombre".
La de no quitarme mi bufanda roja en todo el invierno, y se podría decir que prefiero tener las manos frías a llevar guantes.
Sigo teniendo la misma manía de escuchar una canción en repetición cuando esta me gusta, hasta que me la sé entera.
Esa manía de llevar el bolso siempre del lado derecho, "porque del izquierdo se me cae".
Esa de salir de casa pronto, porque me da rabia llegar tarde, y encima siempre me toca esperar.
Esa puta manía de chuparme el dedo, meterlo en el tarro de la sal y comerla como si fuese azúcar.
O esa de comerme las migas de pan que quedan por la mesa, pero solo las de la corteza.
La de cantar a todas horas, en cualquier lugar e incluso por la calle.
9 de noviembre de 2016
Noviembre
"Y llega el puto invierno", lo que lleva a intentar calentarse con las manos, aunque las tengas heladas. De buscar calor para los pies cuando llegas a casa. De preparar sopa a las tantas porque simplemente te apetece. Subir escaleras de más para buscar abrigos, bufandas, gorros y guantes. Sin casi horas de luz, y aumentando las horas de frío mirando por la ventana, a quien sabe donde, a quien sabe quien. Preparando vasos de leche caliente para acabar entre las mangas de una sudadera, soplando antes de pegar un sorbo por miedo a quemarse. Taparse hasta arriba, porque ya ni una puta manta te calienta. Y por desgracia, el despertador sigue sonando a la misma hora, y sigues una rutina calculada. Salir casi corriendo de casa con más sueño que frío, para llegar a casa tirar las cosas, y esperar horas y horas a que se pase el frío que no se pasa.
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